viernes, enero 12, 2007

Citas notables

"Yo no soy porfiada. Lo que pasa es que tengo mucho carácter." - Amelia, 3 años

lunes, enero 08, 2007

Ha pasado tiempo...

Ya van 3 meses desde la última vez que escribí algo por aquí. Han sido 3 meses muy ocupados, lo suficiente como para mantenerme alejado de esta bitácora.

2006 se fue y en muchos aspectos me alegro, porque fue un año pesado. No podría decir que fue malo, en primer lugar porque nació Gabriel, pero fue un año que nos puso bastante a prueba, lo suficiente como para que lo difícil cobre fuerza sobre las cosas buenas que tuvo el año.

El 8 de diciembre, justo cuando el año iba en la recta final, fruto de un accidente vascular falleció Cecilia, nuestra querida "Nana". Fue una gran mujer, muy trabajadora y esforzada, cariñosa y atenta, cuya partida sentimos profundamente. Lo que más lamentamos como familia fue no poder expresarle lo agradecidos que estamos por todo lo que nos entregó, que fue mucho más que su trabajo. Todos la echamos de menos, sobretodo los niños que le querían mucho.

Tito ya no está con nosotros. Su enfermedad pudo más y finalmente nos dejó el 28 de noviembre. Todos quedamos muy tristes con su final. Lo extrañamos mucho, pero la verdad es que lo extrañábamos así desde que tuvo su accidente, porque nunca más fue el mismo.

Pero 2006 no fue solamente un año de partidas tristes. 2006 empezó trayéndonos a Gabriel, quien ya está a punto de cumplir 1 año y nos sorprende todos los días con sus maravillas.

Además Diana la Cazadora se tituló con honores en la universidad (en una carrera aburriiiiiiiiiiiiiiiiiiiida, pero al menos trae dinero a casa). Mi hermano Carlos se casó con una buena chica, y esperan felices a su primer hijo. Bruno terminó muy bien su año en el colegio, con un muy aceptable promedio 6.0, y con dos pololas en una muestra de lo que es el amor en el siglo XXI.

La verdad tengo mucho que contar, pero 2007 también comenzó como un año pesado, al menos laboralmente así que me despido cordialmente hasta otra oportunidad para escribir.

Felicidades a todos.

lunes, septiembre 25, 2006

Es un buen tipo mi viejo

Cuanto tenía 15 años me tocó pasar un fin de semana en un encuentro cristiano de jóvenes (síp: fui un cristiano devoto aunque cueste creerlo). Uno de los hitos de ese encuentro fue recibir carta de mis padres. La carta de mamá tenía 3 páginas y era muy expresiva y cariñosa, tal como es ella.

La carta de papá sólo tenía 4 líneas. Esa carta me conmovió profundamente.

Yo conozco a mi padre. El no fue educado en la ternura ni el cariño, sino en la soledad y el trabajo desde muy pequeño, sin saber lo que es tener una real familia. No hubo en su vida un padre cariñoso ni una madre abnegada. Nadie le enseño a jugar ni a decir lo que siente. Por eso me conmovieron sus 4 líneas. Al leerlas supe que esas líneas le habían costado mucho, que había estado un par de horas pensando qué escribir, qué decirme, cómo decírmelo.

Cuando yo era niño, papá nunca fue muy cariñoso. Mas bien sus temas eran la disciplina, el trabajo, la responsabilidad. En esa época, los padres modernos no estaban de moda aún y no estaba integrada la importancia de pasar tiempo de calidad con los hijos. Papá iba al trabajo de lunes a sábado a las 6:30 de la mañana y volvía a las 10 de la noche muy agotado, malhumorado, agobiado por la falta de plata y con su espalda adolorida. No podía ni quería tener que lidiar con los niños y sus notas, sus maldades durante el día ni los materiales que había que comprar para alguna actividad del colegio, menos asistir a una reunión de apoderados a discutir tonteras.

A pesar de eso, de que no estuvo muy presente ni fue muy cariñoso, nada me faltó. Papá nos ha dado todo lo que ha podido: Nos dio su juventud y sus mejores años los pasó trabajando duro por nosotros y para nosotros, nunca para él. Él siempre fue el último en comprarse zapatos o ropa, en darse un gusto.

A mi me enseñó el valor de la honestidad, del trabajo, del esfuerzo, de la perseverancia, la rectitud. Lo importante que es ser un hombre bueno, leal, decente. Que no importa ser pobre, que no es excusa para dejarse perder. Es difícil resumir todo lo que aprende uno de su papá.

¿Por qué escribo todo este discurso?

Porque quiero que todos sepan lo orgulloso que estoy de mi viejo, lo importante que ha sido en mi vida. Quiero que él y todos sepan lo mucho que lo quiero y lo contento que estoy de tenerlo conmigo. Quiero que sepa que todos los días pienso en él y me esfuerzo por ser digno de todo el sacrificio que ha hecho.

Quiero que lo sepa hoy, ahora, en lugar de esperar a que sea demasiado tarde para decírselo.

sábado, septiembre 16, 2006

Ser humano en crecimiento

Bruno ya tiene 9 años.

Su mundo gira en torno a series japonesas como Full Methal Alchemist y música de Nirvana y Alice In Chains (ya saben: onda retro), además de sus amigos y compadres del colegio, donde cursa 3ro básico y es un bailarín muy popular (el único fan que le queda a Michael Jackson).

Tenía 21 años cuando nació Bruno. En ese entonces me dediqué por completo a trabajar para mantener a mi nueva familia, y a pesar de que vivíamos juntos hubo días en los que no pude estar con él por las exigencias de mi trabajo. Fue una época dura, donde no pude involucrarme todo lo que quería en sus primeros años, a diferencia de sus hermanos menores con quienes he tenido la fortuna de compartir mucho más en esa etapa.

Pensando en eso, hace un tiempo caí en cuenta de que no recuerdo a Bruno como bebé. Me cuesta ver en mi memoria imágenes de él siendo menor de dos años, y cuando veo fotos suyas de esa edad no logro conectar con la sensación de tomarlo en brazos siendo bebé.

Es más: me di cuenta de que extraño a ese bebé.

No quiero ser malinterpretado: soy un padre muy orgulloso de su hijo de 9 años, y lo disfruto mucho. No obstante, me pasa que a veces me gustaría tenerlo nuevamente siendo un bebé, y de cierta forma darle el tiempo que no le di cuando lo era. Poder disfrutarlo mientras juega sentado con sus cascabeles, verlo gatear y aprender a caminar, en fin. Estoy seguro de que a Mema, su madre, le ha de ocurrir lo mismo: la nostalgia por el niño de ayer frente al orgullo del no-tan-niño de hoy.

Hoy con Bruno disfrutamos otras cosas de acuerdo a sus 9 años: Nos reímos a la par viendo monitos y películas en la televisión, escuchamos la misma música, jugamos a las guerras de cojines. Me gusta mucho mirarlo mientras lee o hace sus tareas.

Me pone contento apreciar el buen ser humano en que se está convirtiendo a medida que crece, y eso aplaca la melancolía que a veces siento cuando intento recordar. Seguramente lo mismo me pasará cuando él cumpla 15 ó 20 años y me cueste ver en él al niño que es hoy.

Tendré que esforzarme entonces en no olvidar quien es hoy.

De seguro lo mismo ha de ocurrirle a mis papás conmigo y mis hermanos. Es curioso como todo se repite.

domingo, septiembre 10, 2006

Duérmete niño

Anoche fue mi peor noche de este año.

Gabriel tiene 7 meses, y hasta hace 1 semana su cuna estaba en nuestro dormitorio. Desde que lo movimos a la habitación de su hermana (para que no se sienta tan solo) no nos ha dejado dormir bien.

Diana la Cazadora y yo tenemos un trato: nos turnamos para cuidar a Gabriel noche por medio, de esa forma uno de los dos descansa plenamente. Anoche por supuesto era mi turno.

Debí levantarme un total de 7 veces durante la noche. En cada ocasión debía levantarlo, calmarlo, volver a ponerlo en su cama y procurar que se durmiera pronto, cuidando de no despertar a su hermana. ¡Fue horrible, fue horrible!

Lo peor de todo es que a pesar de lo mal que él duerma, despierta sin concesión a las 7 de la mañana, pidiendo (perdón, exigiendo) su leche, y con una cara de Buen día que le quita a uno cualquier enojo que pueda tener. O sea no me puedo permitir siquiera rabiar.

De mis tres hijos, los dos últimos han tenido severos problemas de sueño. Da la casualidad de que Diana la Cazadora ha aplicado en ambos las medidas recomendadas en el libro Duérmete Niño. Como es evidente ninguna ha funcionado, lo que puede significar que:

  1. El libro apesta
  2. Nosotros apestamos
  3. Mis hijos apestan (esta es fea, lo sé, pero estadísticamente debo considerarla)
  4. Todas las anteriores

Siempre he sentido una profunda desconfianza por los libros que pretenden decirle a la gente cómo deben hacer su vida. Créanme que anoche deseé varias veces que el autor del famoso libro estuviera presente para que él hiciera dormir al enano, a ver si sus elaboradas técnicas resultaban "en vivo". La alternativa 1 siempre es posible, pero al menos por esfuerzo no nos quedamos, así que tanto no podríamos apestar.

domingo, septiembre 03, 2006

¿Qué pasará con Tito?

Mi pobre gato.

Acaba de verlo el veterinario nuevamente y suTito cuando era sano diagnóstico es muy feo: además de su problema de cola tiene otra fractura en su pata trasera derecha, la que se provocó queriendo saltar desde una silla al suelo durante estos días de convalescencia.

La fractura requiere una nueva operación, y hasta entonces deberá estar enjaulado. Luego de la operación deberá permanecer enjaulado por 1 mes completo, pudiendo salir sólo una vez al día para caminar un poco. Además, cuando se recupere de la operación quedará algo cojo de esa pata de forma definitiva.

Pésimas noticias que me desaniman profundamente, sobretodo viéndolo sufrir así.

¿Valdrá la pena hacerlo sufrir todo esto durante 30 días más? ¿No sería más humano sacrificarlo y librarlo así de este dolor? ¿Qué querría él que hiciéramos?

Nuestros hijos adoran a Tito. Todos lo queremos. Es un gato genial: cariñoso, juguetón, compañero, al que le gusta perseguir a los niños y jugar con ellos, que tiene el ritual de saludarnos cada mañana a todos en nuestras habitaciones. Un gato al que no le gusta estar solo y busca siempre nuestra compañía.

Para él además de doloroso es muy difícil estar así: los gatos son animales orgullosos, y verse así postrado, sucio y maloliente, debe ser muy humillante.

No sabemos qué decisión tomaría él si pudiera decírnoslo, y no estamos seguros de qué es lo correcto, pero nos arriesgaremos: Le compraremos una gran jaula, la más cómoda posible, y haremos que le operen su pata para que se recupere. Serán 30 días muy difíciles, sobretodo porque aún habrá que cuidarlo de su cola amputada, pero es lo menos que podemos hacer por nuestro cuarto hijo.

Al final, con una barra de metal en su pata será como un gato biónico. Será el gato de los 6 millones de US$...al menos por el costo de todo su tratamiento. El veterinario nos adora y tiene razón: con el tratamiento de Tito podrá abrir una nueva sucursal (es broma Doctor, no se me enoje).

Bueno, al menos con todo lo que le ha pasado no me faltará material que publicar en mi blog.

sábado, septiembre 02, 2006

La Inocencia

Ayer mi hija tuvo un raro encuentro con un jabón.

El sábado a Diana, la cazadora, entre otras ofrendas le regalaron unos cosméticos naturales (¿existe tal cosa?), entre los que había un gran jabón de chocolate. Uno como adulto entiende que por mucho chocolate que tenga, sigue siendo un jabón. Para un niño sin embargo, el asunto no es tan claro.

Amelia descubrió el gran jabón de chocolate en mi baño, y como es natural hizo lo que cualquier niño haría en su lugar: intentó comérselo, claro que sin preguntarle a nadie (si no no sería niña). Grande fue mi sorpresa (aunque mayor fue la suya) cuando la veo aparecer con la boca manchada de color chocolate y una cara de asco y desilución (sobretodo desilución) por el engaño que había sufrido. Le costó mucho entender por qué alguien convertiría el exquisito chocolate en una barra de jabón (la verdad cuesta entenderlo).



Cuando yo tenía 5 años cursaba 1ro. básico en una escuela de La Granja, entonces era más difícil acceder a la educación preescolar, por eso entré a 1ro. siendo tan chico. Recuerdo muy bien una ocasión cuando uno de mis compañeros me mostró su nueva goma de borrar, que olía a cereza. Yo, como el fanático de los dulces que soy, sin pensarlo dos veces me la comí, esperando un exquisito sabor que correspondiera al rico olor que tenía...pero sabía a goma y fue muy desagradable. Más desagradable fue por cierto para mi compañero, que vio como su goma nueva desaparecía entre mis fauces.

Lo que más me desconcierta de ese recuerdo, es que cuando me vi atrapado (mi compañero me acusó con la profesora por haberme comido su goma de borrar) me escondí debajo de mi mesa...como si no me fueran a ver, como si al hacerlo me hiciese invisible. Por supuesto todo el mundo me veía, sobretodo la profesora.

La inocencia de un niño sorprende por su franqueza. Así como para Amelia es difícil entender que alguien convierta un chocolate en un jabón, a mi a los 5 años me costaba entender que alguien hiciera una goma de borrar con olor a fruta y que la misma no fuera comestible. ¿Para qué la harían si no? ¿Qué propósito tiene?

Uno siendo niño no entiende mucho lo de las pretensiones: aquellas cosas que los adultos inventamos para disfrazar otras (perfumes, cosméticos, y un largo etcétera).

la inocencia desaparece conforme uno gana experiencias que nos enseñan como son las cosas en la realidad, muchas veces de manera cruda y poco amable. Amelia hoy es menos inocente que ayer, así como yo aprendí que no es posible esconderse bajo una mesa de escuela (no volví a hacerlo a menos que tuviera un mantel). Esto para algunos puede sonar triste. Yo al menos, viéndolo desde mis 30 años, pienso que más triste sería no despertar nunca.

Tal vez cuando crezca, Amelia se acordará con humor de esta anéctoda. Lo que sí es seguro es que los cosméticos de chocolate han perdido una buena cliente.