sábado, septiembre 16, 2006

Ser humano en crecimiento

Bruno ya tiene 9 años.

Su mundo gira en torno a series japonesas como Full Methal Alchemist y música de Nirvana y Alice In Chains (ya saben: onda retro), además de sus amigos y compadres del colegio, donde cursa 3ro básico y es un bailarín muy popular (el único fan que le queda a Michael Jackson).

Tenía 21 años cuando nació Bruno. En ese entonces me dediqué por completo a trabajar para mantener a mi nueva familia, y a pesar de que vivíamos juntos hubo días en los que no pude estar con él por las exigencias de mi trabajo. Fue una época dura, donde no pude involucrarme todo lo que quería en sus primeros años, a diferencia de sus hermanos menores con quienes he tenido la fortuna de compartir mucho más en esa etapa.

Pensando en eso, hace un tiempo caí en cuenta de que no recuerdo a Bruno como bebé. Me cuesta ver en mi memoria imágenes de él siendo menor de dos años, y cuando veo fotos suyas de esa edad no logro conectar con la sensación de tomarlo en brazos siendo bebé.

Es más: me di cuenta de que extraño a ese bebé.

No quiero ser malinterpretado: soy un padre muy orgulloso de su hijo de 9 años, y lo disfruto mucho. No obstante, me pasa que a veces me gustaría tenerlo nuevamente siendo un bebé, y de cierta forma darle el tiempo que no le di cuando lo era. Poder disfrutarlo mientras juega sentado con sus cascabeles, verlo gatear y aprender a caminar, en fin. Estoy seguro de que a Mema, su madre, le ha de ocurrir lo mismo: la nostalgia por el niño de ayer frente al orgullo del no-tan-niño de hoy.

Hoy con Bruno disfrutamos otras cosas de acuerdo a sus 9 años: Nos reímos a la par viendo monitos y películas en la televisión, escuchamos la misma música, jugamos a las guerras de cojines. Me gusta mucho mirarlo mientras lee o hace sus tareas.

Me pone contento apreciar el buen ser humano en que se está convirtiendo a medida que crece, y eso aplaca la melancolía que a veces siento cuando intento recordar. Seguramente lo mismo me pasará cuando él cumpla 15 ó 20 años y me cueste ver en él al niño que es hoy.

Tendré que esforzarme entonces en no olvidar quien es hoy.

De seguro lo mismo ha de ocurrirle a mis papás conmigo y mis hermanos. Es curioso como todo se repite.